sábado, 24 de agosto de 2013

La hija del disidente, la hija del dictador

EDITORIAL de diario el pais

En astrología, sin ser expertos en la materia, hemos oído hablar de la importancia de la confluencia de los astros. Pues bien, en Montevideo se produjo en estos días, otro tipo de confluencia, la de dos mujeres llegadas de Cuba, con situaciones de vida y visiones de la realidad cubana diametralmente opuestas.


Y no es para menos, ya que una de ellas forma parte de la "nomenklatura" que gobierna a la isla al mejor estilo soviético desde aquella trágica ironía, la idealizada revolución cubana que nació para terminar con la dictadura de Batista y al final fue solo un cambio de dictadores, sangrientas purgas "revolucionarias" mediante. Los cubanos desde entonces, viven bajo una tiranía comunista que el otro día celebró sin pudor alguno, la toma del cuartel Moncada. Acción valerosa que se tergiversó cruelmente en seis décadas ininterrumpidas de gobierno de los Castro, primero de Fidel, casi 50 años y luego de su hermano Raúl.

Si resultaba indignante que con total desaprensión, Mariela Castro se presentara y del FA la aplaudieran, como adalid de los derechos humanos, una calificación que proviene de su campaña a favor de los homosexuales, aunque sea evidente que no le importan lo más mínimo los derechos de las personas perseguidas por el solo hecho de ser críticos del gobierno, la gota que desbordó el vaso fue que haya sido declarada visitante ilustre por la IMM. Por más desprestigiada que esté dicha distinción a partir de anteriores casos conocidos. La hija de Castro, sin disimulo alguno reconoció no ser partidaria del pluripartidismo. Ni falta que hacía, ya que es adepta a un sistema de partido único. A pesar de su supuesta inquietud por los derechos humanos, no se le vio ni preocupada ni angustiada, por todos aquellos que al no ser serviles del régimen no tienen chances de conseguir un trabajo y sí dificultades para estudiar, para vivir, para progresar, cuando no son directamente amenazados o golpeados por esbirros del poder. Además de las personas que pasan largo tiempo, muchos, toda su juventud, encerrados entre rejas. Inclusive antiguos compañeros de la revolución, como el comandante histórico de la 9ª columna de la revolución, Huber Matos. Solo fue puesto en libertad, después de 20 años en una celda respirando el humo de las calderas de la prisión, luego de convertirse en un grave enfermo de enfisema, para que no se les muriera adentro.


Mientras la hija de Castro contaba de su linda vida, de su entorno familiar y de sus actividades como diputada (del partido único) y otros cargos a los que ha accedido por ser parte de la dinastía reinante, la otra cubana que nos visitó, Rosa María Payá, al hablar de la vida de los cubanos, la de su familia y la suya propia, transmitió algo muy diferente.

Rosa María perdió a su padre de 60 años, el 22 de julio de 2012, en un accidente muy sospechoso, al salirse su auto de la carretera. Un mes antes, mientras conducía acompañado de su mujer, había sido empujado por un coche desde atrás. En cuatro oportunidades se encontraron con que las tuercas de las ruedas habían sido aflojadas. Osvaldo Payá era el valeroso líder del Movimiento Democrático Cubano que luchó pacíficamente por cambiar el estado de cosas en Cuba. Fue promotor de un plebiscito, el Proyecto Varela, que fue acompañado de 25.000 firmas, una cifra bien significativa en un país donde no hay libertad y hay que atreverse a enfrentar a los poderosos. Las rúbricas se presentaron hace 10 años y todavía no hubo respuesta. Lo que se pedía era una apertura para la participación ciudadana en la vida pública, libertad de expresión, de asociación, de partidos, libertad de empresa y para los presos políticos.


La familia Payá, a la cual no se le permitió ingresar al juzgado donde supuestamente se investigaba sobre la colisión en la que también murió el dirigente del Movimiento Cristiano de Liberación, Harold Cepero, ha presentado una denuncia en España contra los responsables de la Seguridad del Estado de Cuba. En el mismo vehículo viajaban el sueco Jens Aron Modig y el español Angel Carromero, quien fue condenado por la justicia cubana a 4 años de cárcel. Extraditado a España, declaró al diario El Mundo, "que los servicios secretos cubanos asesinaron a Payá".

Según Rosa María, que continúa la labor de su padre, las anunciadas reformas son puro maquillaje y actualmente hay mayor agresión y violencia.

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