sábado, 24 de agosto de 2013

HERNÁN BONILLA. ORIBE:Un estadista y su legado

El 10 de agosto se cumplió un nuevo aniversario -el número 177- de la creación de la divisa blanca con la inscripción "Defensor de las Leyes" decretada por el presidente constitucional de la República, Manuel Oribe. Era en defensa del orden institucional, amenazado y finalmente derribado por una revuelta que ninguna razón seria esgrimía. Allí nació el Partido Blanco que luego, a partir de 1872, pasaría a ser Nacional.

Es interesante detenerse, más allá de la biografía o en la mera recordación, en un tema mucho menos visitado pero muy trascendente, las grandes líneas de su gobierno que marcaron a fuego a su partido y también al país.


Oribe fue el primer estadista de la República. 

En su gobierno se ordenaron las cuentas del Estado y la deuda pública. Comienza la creación de nuestro sistema de previsión social, se establece la Universidad, se toman medidas efectivas contra la esclavitud, y un largo etcétera como era necesario en tiempos en que todo estaba por hacerse.

Es posible distinguir la orientación de la administración del Brigadier General Manuel Oribe en economía, política interna y exterior, así como aspectos generales como el apego a las instituciones, una concepción integral de Nación y una clara visión de nuestro destino manifiesto.

Durante el gobierno de Oribe se dan los primeros pasos relevantes, luego de la Constitución de 1830, que marcan esa etapa de nuestra historia hasta 1875 como liberal. En el marco de un orden constitucional claramente librecambista se ordenan las finanzas públicas y se aprueba la célebre ley Massini de libertad financiera (en particular de la tasa de interés) que cimentarán el extraordinario crecimiento que llevará a nuestro país a figurar entre los más ricos del mundo en términos per cápita hacia el tercer cuarto del siglo XIX. Su gestión, liberal y progresista en el verdadero sentido de la palabra, marcaron la cancha de un país que comenzaba a definir su identidad en el sentido correcto.

En política interior el respeto a todas las opiniones y a toda industria, junto al afianzamiento del derecho de propiedad y las garantías institucionales fueron reconocidos incluso por detractores tan lejanos al caudillo como Juan Carlos Gómez.

Su política exterior americanista y no intervencionista definirá a fuego la identidad de su partido y, como en ningún otro aspecto, la del mismo país. Recogiendo el legado artiguista entendió la importancia de la integración defendiendo al mismo tiempo con uñas y dientes como requería la época la independencia nacional. Su visión de la no intervención era de ida y vuelta, ya que no interfería en los asuntos internos de otros países ni aceptó ninguna influencia en los nuestros. Basta recordar que cuando el gobierno necesitaba urgentemente recursos para enfrentar la revolución riverista rechazó un préstamo de Inglaterra que imponía condiciones reñidas con el interés nacional contestando lacónicamente "seremos pobres, pero decentes".

En definitiva, no es difícil ver en las grandes definiciones del gobierno de Oribe las posteriores de los siguientes gobiernos blancos, de Giró a Lacalle. Y hoy, más allá de discusiones, parte de la mejor tradición nacional. Es un legado que hoy es reconocido por todos los uruguayos y que nos interpela, severamente, sobre nuestro presente y futuro. DIARIO EL PAIS

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