miércoles, 18 de julio de 2012

Cátedra de Introducción al Derecho...

Una  mañana cuando el nuevo profesor de "Introducción al Derecho" entró al aula, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un universitario que estaba sentado en la primera fila:  
- ¿Cómo te llamas?
Me llamo Juan, señor.

¡Fuera de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más! - gritó el desagradable catedrático.
 
Juan estaba desconcertado.
Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosas y salió del aula.
Todos estaban asustados e indignados pero nadie dijo nada.

Está bien dijo el catedrático. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes?...
Seguían asustados pero poco a poco comenzaron a soltarse y tratar de responder su pregunta:
"Para que haya un orden en nuestra sociedad"  "¡No!" gritaba el catedrático, "para cumplirlas" "¡No!" "Para que la gente mala pague por sus actos" "¡¡No!!   ¿Pero es que nadie sabrá responder esta pregunta?!"...
"Para que haya justicia", dijo tímidamente una chica. "¡Por fin!  Eso es... para que haya justicia.
Y ahora ¿para qué sirve la justicia?"
 
Todos empezaban a estar molestos por esa actitud tan grosera.
Sin embargo, seguían respondiendo:
"Para salvaguardar los derechos humanos" "Bien, ¿qué más?", decía el catedrático.
"Para discriminar lo que está bien de lo que está mal"... Seguir... "Para premiar a quien hace el bien."

Ok, no está mal pero... respondan  a esta pregunta  ¿actué correctamente al expulsar de la clase a Juan?.... Todos se quedaron callados, nadie respondía.  - Quiero una respuesta decidida y unánime.

¡¡No!!- dijeron todos a la vez.

¿Podría decirse que cometí una injusticia?

¡Sí! gritaron todos.

¿Por qué nadie hizo nada al respecto?  ¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica?
Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia. Todos .... ¿Entendieron?
¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!
 
Vaya a buscar a Juan- dijo - mirando fijamente a un alumno.

Aquel día reciberon la lección más práctica de Derecho.
 Cuando no defendemos nuestros derechos perdemos la dignidad, y la dignidad no se negocia.

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