lunes, 13 de abril de 2015

Editorial Diario El Pais

¿En qué sociedad vivimos?

Hay realidades que hablan de la calidad de sociedad que se tiene. Y algunas noticias de estas últimas semanas debieran dejar preocupado a cualquier uruguayo, porque hablan muy mal de la sociedad en la que vivimos.

lun abr 13 2015

Aquí, entre nosotros, una jauría de perros mordió hasta matar a un paciente en una colonia del Estado. Fue así que todos nos enteramos que había decenas y decenas de perros semisalvajes conviviendo con enfermos psiquiátricos. Sin embargo, no era algo desconocido por las autoridades de la salud vinculadas a estos asuntos, que aceptaron por años, sin inconvenientes, semejante situación. Todo fue un disparate. Pero nadie renunció. Es más: la preocupación pública, increíblemente, dividió su atención entre la suerte que podían llegar a correr decenas de perros luego de la tragedia, y la feroz desgracia que sufrió el paciente. Como si una cosa y la otra fueran de similar importancia.

Aquí, entre nosotros, periódicamente se asesinan trabajadores del transporte público. La reacción sindical es siempre la misma: fijar un paro general inmediato, sorpresivo por tanto, que perjudica a todo el mundo y no resuelve nada. Hace años que se sabe que uno de los mecanismos que puede disuadir las rapiñas a ómnibus y taxis es que no manejen dinero. Hace años también que la tecnología está disponible para que eso se pueda implementar, con pagos por tarjetas por ejemplo. Sin embargo, siempre terminan primando otros intereses y nadie implementa el cambio.

No hubo ni hay una respuesta de las políticas públicas que pongan en este asunto, antes que nada, la seguridad de los trabajadores.

Aquí, entre nosotros, cada vez más seguido tenemos problemas graves con el consumo de agua potable, sobre todo en los departamentos más poblados. Cualquiera que se informe bien va teniendo la ingrata sensación de que más vale desconfiar de las declaraciones públicas que pretenden hacer creer que todo está lo más bien. Cualquier precavido, seguramente, ya compró algún filtro para el agua que llega a su cocina. Sin embargo, en el reciente episodio de Maldonado, las autoridades de OSE creyeron que alcanzaba con un 5% de rebaja de tarifa para resarcir a la población por el mal servicio. Un disparate asombroso, que fue enmendado por el sentido común del presidente Vázquez. Pero nadie renunció, claro, a pesar de que fue una muestra cabal de hasta qué punto la desidia y la falta de sentido de la realidad son moneda corriente en ciertas esferas que definen políticas públicas.

Aquí, entre nosotros, hace tiempo que se acumulan estudios que muestran que el pago en efectivo de los beneficios estatales hace aumentar los hurtos en los barrios populares. Pero la desidia nacional hace que esa realidad no se cambie con medidas que eviten el manejo de efectivo. También se sabe del éxito que han tenido las tobilleras electrónicas para combatir la violencia doméstica. Pero faltan años para que ellas se extiendan por todo el país, porque todo es terriblemente lento en el Estado, a pesar de que la cantidad de víctimas ya aumentó en 2015 con relación al año pasado.

Seguramente haya muchas razones que expliquen esta desidia nacional que hace que queden desprotegidos siempre los más débiles. Pero hay una explicación, entre política y cultural, que es muy sencilla pero muy importante, porque es una realidad evidente de nuestra sociedad. Se trata de la idea corriente y puesta en práctica en el ejercicio del poder, de que si una iniciativa la plantea la izquierda es aceptable; pero si esa misma iniciativa la plantea otro partido, no lo es, a no ser que sea tomada por la izquierda como propia.

Tres ejemplos, entre tantos, ilustran este asunto. Hace años que hay problemas de seguridad en el fútbol. En campaña electoral, el Partido Nacional planteó iniciativas según el modelo inglés que fue exitoso. Nadie las tomó. Ahora, el Gobierno estudia ese modelo. Hace años los blancos insistieron en vacunar a pre adolescentes contra el virus del papiloma humano. A regañadientes se aceptó la idea, pero se implementó a desgano. Recién ahora se harán campañas de información que permitirán extender la aplicación de esa vacuna. Hace años la oposición señala que la idea del puerto de aguas profundas de Rocha no es viable. Recién ahora el Gobierno terminó aceptando la realidad, y lo quitó de sus prioridades.

Cuando un actor político reniega de las ideas de los otros porque se considera moralmente superior, termina ayudando a que en la sociedad primen la desidia y la arrogancia

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