lunes, 22 de julio de 2013

Los criminales, los vagos y la fractura. Editorial Diario El País

El problema más grave de la sociedad uruguaya hoy es su fractura. Lejos de construir un colectivo con un futuro en común, vamos tomando un camino de fragmentación y rupturas que nos van desintegrando como sociedad.

Eso se traduce en una grave compartimentación urbana. Barros Blancos, Borro, Carrasco Norte, Cerro Norte, cuenca de Casavalle, Chacaritas de los Padres, Ituzaingó, Maroñas, Pajas Blancas, y Villa Española son barrios que integran las zonas más inseguras de Montevideo. Allí, la policía sabe que operan varias bandas criminales vinculadas al narcotráfico. Y es precisamente de estas zonas de la capital que llegan la mayoría de las noticias de asesinatos de jóvenes que, muchas veces, se asignan al móvil "ajuste de cuentas". En este sentido, el aumento del número de homicidios dio un salto en 2012 -fueron 267, contra 199 en 2011- y los datos de este primer semestre de 2013 confirman que este aumento se mantiene y con énfasis en estas zonas de la capital.

El problema pasa por la represión del delito, que no es eficiente a pesar de que se cuenta con más recursos para la seguridad pública. De hecho, el Ministerio del Interior ha recibido en estos años un presupuesto cada vez más importante: en 2010, fueron ejecutados 545 millones de dólares; en 2012, se pasó a 742 millones de dólares, que representaron un 1,5% del PIB y cerca de un 6% del total.

Pero el problema también pasa por la integración social de la población joven de estas zonas de Montevideo que son las más carenciadas cultural, social y económicamente. Y aquí la responsabilidad vuelve a estar del lado de la ineficiencia de las políticas gubernamentales.

En este sentido, una reciente investigación académica mostró que el 85% de los uruguayos cree que el Estado debe tomar medidas para reducir la brecha entre ricos y pobres. A su vez, un 57% de los entrevistados considera que quienes reciben dinero del Estado, por transferencias condicionadas o programas de asistencia, son "vagos".

¿Son resultados contradictorios? Para nada. Señalan a las claras que los uruguayos son críticos de las políticas concretas definidas para enfrentar la fractura social. Porque, de nuevo, el problema no es que no se disponga de dineros públicos para la tarea: El Ministerio de Desarrollo Social pasó de 88 millones de dólares ejecutados en 2010, a 136 millones en 2012. El problema es que, luego de siete años de administración frenteamplista, los resultados no son para nada suficientes.

El gobierno señala que, gracias a sus programas, la pobreza bajó del 39% al 13% entre 2005 y 2012. Lo que no dice el gobierno es que la pobreza había bajado del 46% en 1986 al 14% del total de la población en 1994. En ese entonces no había esos programas; ni tanto dinero para la burocracia de un ministerio nuevo; ni por cierto, la formidable bonanza económica que se verificó en este ciclo de crecimiento excepcional que ya lleva una década ininterrumpida. Con menos recursos, comparativamente, hubo mejores resultados.

Hoy, la clave está en que no hay un seguimiento eficiente de los resultados de las políticas sociales implementadas. Allí está el ejemplo de las más de 30.000 asignaciones suspendidas porque no cumplieron con los requisitos básicos vinculados con la educación de niños y adolescentes. ¿Cuánto hacía que no se cumplía? No se sabe. Y no es el único ejemplo: todavía no se sabe cuántas son las asignaciones que se distribuyen indebidamente entre familias que anotan a sus hijos en la escuela o en el liceo, pero que luego no se preocupan de que esos jóvenes concurran asiduamente a clase.

Los uruguayos no son tontos. Entienden que el instrumento de largo plazo para liquidar la delincuencia de los barrios marginales está en las políticas estatales. Y entienden que el sistema actual de asistencia social no cumple con el objetivo de inserción social allí en donde más se precisa. En el fondo, vinculan los dos temas y entienden que la mayor falencia de este gobierno está en la política de educación pública.

No hay educación que permita hacerse de herramientas para tener un buen trabajo para los considerados "vagos". Ni tampoco la hay para los jóvenes que terminan delinquiendo. Entre los más pobres, nuestros resultados PISA son de los peores del mundo.

Allí está la causa de fondo de la fractura social. No lo ve quien no quiere verlo.

22/7/13

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