El borrón del endeudamiento
La deuda pública confirmó ayer su poco envidiable condición de borrón en la página en general prolija de la macroeconomía. El Banco Central informó que el endeudamiento total del Estado aumentó en el primer trimestre de este año más US$ 1.000 millones, saltando de US$16.319 millones a US$ 17.337 millones.
Como porcentaje del PBI, bajó apenas del 70% al 68%, gracias al acentuado aumento de unos US$ 2.000 millones del producto en el trimestre, anualizado a marzo en US$ 25.206 millones.
Por más que el gobierno busque aliviar el peso de los vencimientos con el canje de bonos actualmente en curso, el excesivo volumen del endeudamiento conlleva problemas serios. Es la causa de que las calificadoras de riesgo sigan negándole a Uruguay el grado inversor, que perdimos en 2002 y que incide directamente en las decisiones de inversores externos.
Detrás de esta situación está la forma en que el gobierno resolvió utilizar los cuantiosos recursos que ingresan por el despegue de las exportaciones y el acrecentado consumo interno. Con excepción de la cancelación de la deuda con el FMI, se descartó la posibilidad de destinar parte de los ingresos fiscales a rescatar directamente algunos segmentos del endeudamiento.
El gobierno prefirió, en cambio, volcarse casi totalmente a otros dos caminos. Por un lado, acumular activos de reserva en el Banco Central, lo cual es razonable como protección contra shocks externos como el que nos sacudió en 2002. Por otro, sigue aumentando en forma constante el gasto público, en programas que en algunos casos distan de ser justificables. Reducir el endeudamiento es una meta necesaria porque su elevado volumen agrega incertidumbre al futuro y aleja la posibilidad de acceder al grado inversor.
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