Taconear en el planeta
Un documento interno del MPP (integrado, entre otros, por el MLN-T), divulgado por Búsqueda, nos revela la dimensión intelectual de la izquierda marxista, su infantilismo, y, como siempre, el amasijo de dogmas arcaicos, frases hechas y recetas perimidas.
En ese documento -que será base de discusión en un próximo Congreso- se enfoca el destino de las FF.AA. de nuestro país. Empieza por definirlas -aquí y en cualquier sociedad capitalista- como "uno de los sostenes de la dominación de clase". Por lo tanto, hay que cambiarlas. En su actual condición, dice el MPP, asumen el papel de mantener el orden interno, luchar contra el narcotráfico, contra el tráfico de armas y, desde luego, contra los enemigos internos (léase, el proletariado). Dando nuevas pruebas de su sagacidad, el documento acusa -no podía ser de otra manera- a los Estados Unidos de imponerles a las FF.AA. del continente esa misión, a fin de que los contados problemas no graviten sobre su propio territorio. De ahí que las FF.AA., con este perfil, cuidarían el "patio trasero" yanqui y asegurarían la vigencia del sistema capitalista en toda la región.
Para el MPP, las FF.AA. deben cumplir una función muy distinta: deben estar al servicio de los cambios sociales, de la lucha contra la pobreza, las injusticias y las desigualdades.
¿Dejarían de ser, entonces, una entidad especializada en hacer la guerra? No, de ningún modo. Los estrategas militares del MPP, genialmente creativos, determinaron que las nuevas FF.AA. deben encauzar su actividad hacia las ORN (Operaciones de Resistencia Nacional). ¿Qué es esto? Pues algo muy sencillo: los ex guerrilleros, ahora, gobernantes y legisladores, siguen creyendo que son los dueños de la verdad. Saben que nuestras posibilidades bélicas son en extremo reducidas y que cualquiera que nos invadiera terminaría en poco tiempo con nuestras FF.AA. Es entonces que los émulos de Alejandro Magno, de Julio César y de Napoleón revelan el as que guardaban en la manga: terminada la guerra convencional, empezarían las ORN.
Como se puede apreciar, proyectan lo que han hecho en el pasado hacia una eventualidad futura. Nuestras FF.AA. deben hacer lo que ellos -tupamaros y compañía- trataron de hacer medio siglo atrás: esconderse, golpear desde las sombras, en esta ciudad, en cada pueblito, en cada manzana... De esta manera, le ocasionarían al enemigo invasor más daño que los beneficios que éstos pudieran obtener con su victoria en la guerra convencional. Al final de esta lucha novelada, el enemigo se retira, por supuesto.
Pero para que este plan maestro pueda realizarse es fundamental que, desde ahora, se genere una mutua confianza plena entre las FF.AA. y el pueblo, ya que en la futura e hipotética guerra asimétrica ambos grupos de combatientes se fusionarían en uno solo.
No podemos evitar hacer algunas preguntas. ¿Quién nos invadiría? ¿Uno de nuestros dos grandes vecinos o los dos juntos? ¿Si es uno solo, el otro prescindiría de toda intervención? ¿O el enemigo vendrá de Estados Unidos, de Cuba, de Rusia o de Irán? El disparate se vuelve mayor cuando se pasa a tener en cuenta que las ORN no pueden llevarse a cabo en un territorio tan pequeño como el nuestro, sin macizos montañosos, ni selvas ni bosques impenetrables. No somos ni Colombia ni Afganistán. Avala esta afirmación el hecho de que los mismísimos tupamaros fueron aplastados por las Fuerzas Armadas en cuanto éstas recibieron el mandato parlamentario.
Tampoco sirve evocar al Uruguay de la gesta de la independencia. La realidad es contundente: el Uruguay de a caballo, de la lucha a cuchillo en las cuchillas, el país de las lanzas ya no existe. El de hoy es otro país porque el mundo también es otro: la aviación, los satélites, los celulares, la informática, las nuevas armas... Basta de ilusiones. El síndrome del guerrillero debe desaparecer. Nadie nos invadirá para apoderarse de las riquezas que creará "el proceso de Liberación Nacional hacia el Socialismo", según presume el MPP.
Como aconsejaba un viejo profesor: hay que taconear en el planeta...
En ese documento -que será base de discusión en un próximo Congreso- se enfoca el destino de las FF.AA. de nuestro país. Empieza por definirlas -aquí y en cualquier sociedad capitalista- como "uno de los sostenes de la dominación de clase". Por lo tanto, hay que cambiarlas. En su actual condición, dice el MPP, asumen el papel de mantener el orden interno, luchar contra el narcotráfico, contra el tráfico de armas y, desde luego, contra los enemigos internos (léase, el proletariado). Dando nuevas pruebas de su sagacidad, el documento acusa -no podía ser de otra manera- a los Estados Unidos de imponerles a las FF.AA. del continente esa misión, a fin de que los contados problemas no graviten sobre su propio territorio. De ahí que las FF.AA., con este perfil, cuidarían el "patio trasero" yanqui y asegurarían la vigencia del sistema capitalista en toda la región.
Para el MPP, las FF.AA. deben cumplir una función muy distinta: deben estar al servicio de los cambios sociales, de la lucha contra la pobreza, las injusticias y las desigualdades.
¿Dejarían de ser, entonces, una entidad especializada en hacer la guerra? No, de ningún modo. Los estrategas militares del MPP, genialmente creativos, determinaron que las nuevas FF.AA. deben encauzar su actividad hacia las ORN (Operaciones de Resistencia Nacional). ¿Qué es esto? Pues algo muy sencillo: los ex guerrilleros, ahora, gobernantes y legisladores, siguen creyendo que son los dueños de la verdad. Saben que nuestras posibilidades bélicas son en extremo reducidas y que cualquiera que nos invadiera terminaría en poco tiempo con nuestras FF.AA. Es entonces que los émulos de Alejandro Magno, de Julio César y de Napoleón revelan el as que guardaban en la manga: terminada la guerra convencional, empezarían las ORN.
Como se puede apreciar, proyectan lo que han hecho en el pasado hacia una eventualidad futura. Nuestras FF.AA. deben hacer lo que ellos -tupamaros y compañía- trataron de hacer medio siglo atrás: esconderse, golpear desde las sombras, en esta ciudad, en cada pueblito, en cada manzana... De esta manera, le ocasionarían al enemigo invasor más daño que los beneficios que éstos pudieran obtener con su victoria en la guerra convencional. Al final de esta lucha novelada, el enemigo se retira, por supuesto.
Pero para que este plan maestro pueda realizarse es fundamental que, desde ahora, se genere una mutua confianza plena entre las FF.AA. y el pueblo, ya que en la futura e hipotética guerra asimétrica ambos grupos de combatientes se fusionarían en uno solo.
No podemos evitar hacer algunas preguntas. ¿Quién nos invadiría? ¿Uno de nuestros dos grandes vecinos o los dos juntos? ¿Si es uno solo, el otro prescindiría de toda intervención? ¿O el enemigo vendrá de Estados Unidos, de Cuba, de Rusia o de Irán? El disparate se vuelve mayor cuando se pasa a tener en cuenta que las ORN no pueden llevarse a cabo en un territorio tan pequeño como el nuestro, sin macizos montañosos, ni selvas ni bosques impenetrables. No somos ni Colombia ni Afganistán. Avala esta afirmación el hecho de que los mismísimos tupamaros fueron aplastados por las Fuerzas Armadas en cuanto éstas recibieron el mandato parlamentario.
Tampoco sirve evocar al Uruguay de la gesta de la independencia. La realidad es contundente: el Uruguay de a caballo, de la lucha a cuchillo en las cuchillas, el país de las lanzas ya no existe. El de hoy es otro país porque el mundo también es otro: la aviación, los satélites, los celulares, la informática, las nuevas armas... Basta de ilusiones. El síndrome del guerrillero debe desaparecer. Nadie nos invadirá para apoderarse de las riquezas que creará "el proceso de Liberación Nacional hacia el Socialismo", según presume el MPP.
Como aconsejaba un viejo profesor: hay que taconear en el planeta...
El País Digital
Muy Bueno su blog correligionaria. Cristian
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